9/11
Yo le gritaba a Linda que saltara, que acariciara el viento con sus labios, por cierto que la semana pasada se había comprado un lapiz labial muy caro y lo estaba estrenando, pero los demás curiosos de la calle le gritaron que no valía la pena morir así. Y tan guapa dijo una señora sosteniendo una bicicleta. Esta buenísima dijo un tipo. Pero ella no escucho nada de eso. Finalmente un bombero la ayudó a bajarse por la escalera y Linda recibió terapia durante un par de meses en los cuales nunca intentó suicidarse de nuevo. Luego renunció al trabajo y supe que se había mudado a New York con su novio argelino. Yo algunas veces la había llevado a la cama mientras escuchabamos a Barry White. Fue una lastima que no muriera ese día bajo su voluntad y si una mañana en New York por un avión que entró en su oficina.
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