Por la ciudad de la furia

El sabado, escuchando Gotan Project me entró la nostalgia de aquellos días en que Eleazar y yo recorrimos las calles del centro en busca de Borges. Eramos muy jovenes, muy pero muy jovenes y recien nos quitamos la telaraña de Cien años de soledad cuando ya el polvo de parís nos manchaba los zapatos a través de Cortázar. Era días duros, sin embargo nunca faltó el dinero necesario para los burros Sabino, para una cerveza Victoria o un libro usado. Eran días duros como dije pero eran buenas epocas. Intentamos siempre robar libros que nos gustaran pero hubieron muchos días en que teníamos que llevarnos lo que estaba al alcance, llegando al extremo de robar un libro de C.C. Sánchez. En aquel tiempo ibamos siempre al sur, en busca de Bukowski, de los hermanos Karamazov y de Saramago, eramos jovenes insisto cuando Palinuro llego a nuestras manos y lugo fue Camus y Sartre y mientras, salíamos en la noche de vez en cuando en busca del contacto común, del olor húmedo de las prostitutas junto al aroma rancio del alcohol alterado.
Nos golpearon varias veces sin saber por qué y alguna vez fuimos a las presentaciones, a las firmas de libros, tengo que insistir en que fue una buena epoca porque poco sabíamos de literature (y poco seguimos sabiendo) pero mucho conocimos de alcohol y cerveza. Nada nos importaba el destino del país, nada nos sigue importando ahora. Borges llegó en libros de editorial alianza a 69 pesos y ahora su precio se ha triplicado, la literatura nos aplasta el bolsillo. Pero todo ha servido, cada funció cumplió su propósito. Ojalá aquella noche casa de Edgar donde se quebraron cervezas y una editora me escupió el rostro enfurecida, temblorosa de rabia, aquella vez que terminamos tomando Jack Daniels en vasos de plastico y escuchando a Charly García, espero que aquella noche haya servido para algo, por lo menos para alguien, porque sino entonces la vida sigue debiendome una nueva botella de whisky