Monday, February 09, 2009

cien años de soledad

La navidad pasada Diana me regaló la edición conmemorativa de Cien años de soledad, un libro de pastas duras que incluye además de la novela, comentarios de escritores como Alvaro Mutis y Sergio Ramírez, y el diseño de la portada es el utilizado en 1967 por la editorial sudamericana, en Buenos Aires. Hace no tantos años, en 1999 para ser precisos, mientras cursabamos el primer semestre de Bachillerato, Eleazar me prestó la novela, que provenía de su buen amigo Rigo. terminé de leerla los últimos días de diciembre, en las vacaciones de la escuela, con la misma vehemencia que aceleraba la lectura hasta las primeras horas de la madrugada para luego atrasarla con la angustia de quien no desea que le llegue la mala hora. Aquel era nuestra primer novela y 1durante mucho tiempo no existió ningún otro escritor para nosotros más allá de García Marquéz, incluso cuando entramos al taller de Edgar, nuestra soberbia ilimitada reclamaba en secreto a los demás talleristas sus oprobios contra GGM. con el paso de los años la imagen de la novela fue desvirtuada, superada por otras lecturas, arrumbada en el olvido y comercializada al punto de la marginación, luego recuperada y vuelta a leer con la misma devoción hasta que alcanzo el punto exacto de lectura obligada, habiendola rescatado gracias al regalo de Diana. por aquellas epocas en que no creiamos escritores (aún nos creemos escritores) llegamos a robarnos muchas veces Cien años de soledad para luego venderla con el padre de la calle Madero para comprar otras lecturas. Entonces cada vez que llovía imaginaba un torrencial diluvio de minúsculas flores amarillas o que algún día entre cantina y cantina, en algún punto magico de cada borrachera, iba a toparme sin querer con la calle de los Turcos. En infinitas ocasiones comencé mis textos con: "Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento..." con la unica idea de que aquel comienzo diera pie a la historia. Llegué a transcribir capitulos enteros entrelazandos con mis palabras. una noche de tormenta, mientras el granizo prolongado retunbaba el pavimento lleno de grietas, asustando a las lagartijas y los grillos, estuve formulando durante horas la forma de llevarla al cine. Pensé que debería comenzar la tarde en que Jose Arcadio Buendía llevó al pequeño Aureliano a conocer el hielo. Debería ser visualmente impactante, donde las imagenes fueran cada una precisas, exactas. cuando pasó el temporal, mi desilución fue reveladora. me di cuenta que no hay posibilidad de llevarla al cine porque hasta los momentos mas grandiosos se verían reducidos a escenas sin fundamento rayando en lo absurdo, tal como se redujo la sombría versión de El amor en los tiempos del colera. El mejor final para el libro sería el identico al que sufrió Macondo, arrasado por la colera de un huracán biblico, porque un libro de tal estirpe, no tiene una segunda oportunidad sobre la faz de la tierra.

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