Thursday, November 03, 2005

LA MAÑANA

Un almuerzo frío, gris, como una página de Pedro Páramo. En la tarde vendrá una buena comida pero hay que pagar por ella. No hay mucho que comentar entre una acción y otra, acaso el sonido sordo de los teclados, el corredor con las personas que se repiten, Elena columpiándose en los tejados. El trabajo no es malo le digo a Jorge mientras come su emparedado de jamón, pero pienso que le falta algo. A mi alrededeor no hay escritores, eso es bueno, pero tampoco veo que los demás hagan un esfuerzo, se consumen entre comentarios de deportes y periódicos de dos pesos, me arrastran a sus absurdas platicas y he llegado a pensar que soy el extraño. Algunas veces escucho la radio esperando que llame alguien para pedir una buena canción. Hasta ahora no ha sucedido porque claro, las personas decentes no llaman a las estaciones pidiendo canciones. Yo por ejemplo no soy una persona decente, aunque tampoco llamo. Me la paso envíandole e-mails a una vieja que ni los contesta, a tal grado que me hace sentir patético. No es que yo me caiga mal, me caigo bien hasta eso pero entiendo porque le caigo en los huevos a los demás.

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